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lunes, agosto 08, 2011

La historia de un héroe: John Marston.

He de decir que desde el principio, no me pareció muy genérico. Sin duda una primera impresión muy buena. Para el momento donde queda a merced de su ex compañero y recibe un disparo que casi le cuesta la vida, comprendí que es el tipo de persona cuyo temperamento se condiciona por los recuerdos.

De ser un forajido, asaltabancos y miembro de la banda de criminales más emblemática de principios del siglo XX (por lo menos en New Austin, Nuevo Paraíso y West Elizabeth) John Marston se vio a sí mismo haciendo tareas de ranchero, mensajero, velador y hasta Cupido.

El magnífico óleo de esta historia debía contar con una no menos impresionante y variada cantidad de personajes que aportan un matiz distinto conforme avanza la trama:  una mujer que maneja una granja y se siente atraída al protagonista, un sheriff de mano dura y temperamento agrio, un estafador-timador, un saqueador de tumbas (tal vez hasta necrófilo), un alcohólico descarado e ingenioso, un ex pistolero-leyenda viviente- americano retirado en México, un capitán del ejército mexicano con cuestionables preferencias sexuales, un revolucionario de raíces nobles que lidera a los campesinos, un tirano asqueroso y autoritario que aterroriza la región, una campesina idealista, un intelectual drogadicto, un agente del naciente buró de investigaciones que es el más grande hijo de puta que yo y varios más que hayan conocido esta historia, despreciaremos y odiaremos por toda la eternidad.

Todos, desde mi punto de vista, poseen una personalidad que enriquece el desarrollo de esta búsqueda a la salvación y que permite a Marston sacar a flote los rasgos de su personalidad; a tal grado que en cierto punto de la historia, me llega a convencer de querer reformarse, pero su camino a la redención no es nada, nada fácil.

Acciones como la búsqueda del honor y la lucha por una fama de buen hombre, son sólo las señales a la redención, pues habrá varios senderos donde podremos decidir entre salvar o dejar morir a algunos desafortunados desgraciados a manos de bandidos; donar o robar a las monjas, robar ganado, salvar a alguien de un caníbal y dejarlo morir, en fin, ser bueno o ser malo según el rank clásico que diferencia a las personas en este mundo.

¿Quién dijo que los hombres bien vestidos son de fiar? Sin duda un guiño a la actualidad. Por eso, siempre que juegues póker o dados, asegúrate que tu contrincante no traiga un saco con mangas, o seguro irás a casa sin nada, si es que no la perdiste también.

Un proceso bien trabajado es el que hubo detrás de este inolvidable y entrañable personaje que nos lleva de lo blanco, pasando por lo gris, a lo negro, o viceversa,  de norte a sur, de alegrías a tristezas, de lo extremadamente cagado a lo sublime y reflexivo.
Decir que John Marston es un protagonista genérico en un western genérico es mera especulación, empirismo, creencia, habladuría, fanfarria, choro. Tiene cada ingrediente necesario para hacernos sentir parte de esa narración, para inquietarnos y dejarnos en incertidumbre ante cada decisión, para no vacilar ante el peligro, para no tener misericordia y a la vez,  para ser caritativos y humanitarios.  

Salve pues uno de los grandes productos de esta generación que en 1911 encontró el final en su propio rancho por una causa noble que, generación tras generación, prevalece y seguirá como móvil de las historias venideras: el amor por nuestros seres queridos.
El camino a la redención necesariamente encontró ese color rojo que describe el título.
Por eso la vida es un blanco: la suma de todos los colores.

Y si alguien tuviera la genialísima idea de filmar una película, el protagonista sin duda alguna, debería ser Karl Urban (Doom, RED, Lord of the Rings, The Bourne Supremacy) …son jodidamente idénticos!!!!!!!!!!