La serie Driver, hasta donde recuerdo, es poseedora de un
prestigio importante en el mundillo de los juegos de conducción arcade (es
decir, aquellos que no pretenden integrar mecánicas “realistas” en la
manipulación de un vehículo, como Gran Turismo por ejemplo).
Allá por 2007, me hice de un videjuego de Game Boy Advance
llamado Driv3r, tercera parte de la, por entonces, aclamada serie de
videojuegos de carreras. Dado que no poseía
ninguna de las consolas caseras de Sony o Microsoft, el cartucho de la tercera
parte de la saga, representó la entrada de este gamer a tierras racing-arcade,
por lo menos en la generación pasada.
La primera impresión que tuve del juego, tratándose de uno para Game Boy Advance, fue muy buena. A pesar de sus sosos e insípidos gráficos y de su lamentable presentación tecnológica, el título contaba con mecánicas lo suficientemente entretenidas como para engancharse al modo historia, en jugabilidad, por lo menos. Desafortunadamente, la consola de Nintendo carecía de la potencia de procesamiento para desplegar los mini foto-cinemas que sugerían el progreso de la historia, por lo que era difícil darle seguimiento a la trama de Tanner y su lucha contra Jericho.
La primera impresión que tuve del juego, tratándose de uno para Game Boy Advance, fue muy buena. A pesar de sus sosos e insípidos gráficos y de su lamentable presentación tecnológica, el título contaba con mecánicas lo suficientemente entretenidas como para engancharse al modo historia, en jugabilidad, por lo menos. Desafortunadamente, la consola de Nintendo carecía de la potencia de procesamiento para desplegar los mini foto-cinemas que sugerían el progreso de la historia, por lo que era difícil darle seguimiento a la trama de Tanner y su lucha contra Jericho.
El gameplay constaba de dos partes: conducción y controles a
pie.
La primera era, por mucho, el centro de la jugabilidad y la razón de ser de este título. Manipulando el ya clásico Dodge Charger setentero (no recuerdo el modelo) color amarillo, nos debatíamos por una serie de fases con diversas modalidades y objetivos, tales como carreras, persecuciones, contrarreloj, carrera de checkpoints y destrucción de objetos.
La primera era, por mucho, el centro de la jugabilidad y la razón de ser de este título. Manipulando el ya clásico Dodge Charger setentero (no recuerdo el modelo) color amarillo, nos debatíamos por una serie de fases con diversas modalidades y objetivos, tales como carreras, persecuciones, contrarreloj, carrera de checkpoints y destrucción de objetos.
Si bien el control no era el más pulido de una portátil, sí
que permitía una que otra maniobra si contábamos con la destreza necesaria para
efectuarla. Claro, dependiendo del tipo de vehículo que estuviéramos manejando,
pues aunque suene increíble para un juego de GBA, podíamos bajar de un coche
para subirnos a otro, al estilo Grand Theft Auto.
La sensación de peso que transmitía cada vehículo era muy
buena e iba directamente relacionada con la dificultad de los controles; es
decir, era más fácil hacer un derrapón con un coupé, que con una Van o un
tráiler.
El efecto de velocidad estaba bien logrado, a pesar de las
limitaciones técnicas que presentaba la consola, pues el juego estaba
sobrecargado de popping, sin mencionar que las texturas eran de muy baja
calidad; la distancia de dibujado era prácticamente inexistente; en su lugar se encontraba una imagen estática
que iba aumentando o disminuyendo su tamaño muy de vez en cuando, dependiendo
la dirección y distancia a la que se encontrara de nuestro vehículo.
En cuanto a las fases a pie, sólo hay una palabra para
describirlas: abominación. Primero porque la “imagen” de John Tanner, no pasaba
de ser un montón de pixeles encimados y el arma que portaba se limitaba un par de líneas,
de esas que encontramos en el “paint”. Una completa desgracia de diseño que
reflejaba la carencia de imaginación de los programadores.
Ni qué decir de los controles, que eran horrendos e
imprecisos, sobre todo al momento de desplazarnos lateralmente; la mecánica de
disparo era igual de mala y desesperante ya que contábamos con una cantidad
limitada de balas y la única “mira” estaba conformada por un círculo con un
punto al centro que medio cambiaba de color al posicionarse sobre un enemigo.
Mover al personaje era irrisorio y la mayor parte del tiempo
estaríamos luchando más contra los controles que contra los enemigos. Esto,
aunado al hecho que había fases del modo historia en las que la cantidad de
enemigos era ridículamente alta, resultaba en un fiasco como intento de
sandbox.
Luego de finalizar la primera isla (el juego era largo eso
sí, contaba con dos locaciones muy grandes), me desesperé y boté el cartucho.
Después de haber leído reseñas con duras críticas hacia los
títulos posteriores para consolas caseras, mi escepticismo creció en sobremanera
y no era para menos, pues la entrega de GBA supuso una decepción total.
Años después con la llegada de la nueva generación (es
decir, ésta, que ya va de salida), conseguí
para el PS3 Driver: San Francisco. Las comparaciones apresuradas con sus
antecesores no se hicieron esperar y, de antemano, estaba dispuesto a probarlo
un par de días y entonces desecharlo. Para mi deleite, estaba rotundamente
equivocado.
Ubisoft nos entregó la que, a mi juicio, es la mejor campaña
para un solo jugador en un juego de conducción arcade.
De nueva cuenta tomamos el papel de John Tanner, quien
persigue a Jericho que se ha hecho del control de un auto blindado de la
policía. De un momento a otro Tanner se encuentra persiguiendo a Jericho y en un descuido, éste lo embiste
violentamente y lo manda hasta el hospital. Al despertar, Tanner cuenta con una
nueva habilidad llamada “shift” que le permite “transportarse” del cuerpo de un
conductor a otro y tomar el control del vehículo en turno. Una gran variedad de
posibilidades se presentan con este nuevo panorama.
Ahora contamos también con un modo historia en el que iremos
descifrando los planes de Jericho y a la vez descubriremos la naturaleza de nuestro
extraordinario poder.
Contaremos con nuestra habilidad y destreza con el control para triunfar en
las diversas fases a lo largo del juego. Podremos ir mejorando nuestros
“poderes” conforme superemos pruebas, ganemos carreras o avancemos en el modo
historia, y también iremos desbloqueando más retos y, sobre todo (para los
amantes del género), desbloquearemos vehículos, cuya cantidad, a mi parecer, es
bastante generosa y cuentan con nombres reales (o licenciados, como es habitual
llamarlos en el género).
Aquí todo se trata de manejar automóviles y participar en
carreras, persecuciones, destrucción de objetos, carreras de checkpoints,
seguir a un objetivo sin que nos descubra, entre otras cosas. Como conductores,
contamos con una barra de habilidad que nos permite ejecutar un ligero turbo al
desplazar el stick derecho hacia adelante; podremos aumentar la cantidad de
tiempo que dura el turbo al mejorar la barra de habilidad; o también podremos
ampliar nuestro campo de visión en el mapa para facilitarnos la vida al momento
de buscar rutas que favorezcan nuestra posición en una competencia.
Esto lo haremos en los talleres, que están esparcidos por
todo el mapa y los cuales iremos adquiriendo al reunir la cantidad pertinente
de créditos que se nos solicitan. En ellos podremos cambiar de vehículo o
comprar nuevos, comprar habilidades, desbloquear retos y nuevos modos de juego.
La mecánica al conducir es bastante intuitiva y engancha
desde la primera vez que nos posamos detrás del volante (o del control, como
quieran verlo).
Con un botón aceleramos, con otro frenamos y vamos de
reversa y con otro hacemos “shift”. Ya en éste modo, podemos seleccionar entre
las distintas magnitudes de zoom del mapa, siempre y cuando la hayamos
desbloqueado.
Con el stick izquierdo dirigimos el vehículo, y al moverlo
hacia adelante, ejecutamos un ligero turbo que dura lo que tarde en vaciarse la
barra de habilidad. Es recomendable mejorar este elemento, pues algunas
carreras exigen cierto nivel de habilidad, pero si no contamos con la
suficiente, el turbo nos puede sacar de apuros en más de una ocasión.
Habrá momentos en que, luego de finalizar una misión del
modo historia, tengamos que superar otras pruebas para desbloquear la siguiente
parte de la trama. Generalmente son sólo
dos pruebas y la variedad está a la orden del día; ya sea que dirijamos un
convoy de camionetas patrulla para escoltar un carro blindado con millones de
dólares, que destruyamos paquetes de fármacos apócrifos a lo largo de una ruta
definida, que detengamos a un camión en medio de la autopista a base de golpes
o que nos posicionemos por debajo de un tráiler mientras conducimos, para
desactivar una bomba en la base de su caja. En fin, la variedad de misiones es
amplia.
La ciudad de San Francisco se siente viva, con distintos
paisajes para disfrutar, aunque no esperemos el nivel de detalle de
superproducciones como Uncharted o el último Tomb Raider; también hay gente caminando por las calles aunque no se
puede interactuar con ellos de ninguna forma. La variedad de zonas brinda
dinamismo al desplazarnos por la metrópoli y las rutas trazadas nos invitan a
explorar el enorme mapa para descubrirlas todas.
Los automóviles que pueblan las carreteras también muestran
una colorida y saludable población. Encontraremos camiones de bomberos,
tráilers con plataformas para coches, patrullas, autos compactos, camionetas,
autos de lujo, grúas, etc. A la hora de elegir conductor, es muy divertido
encontrarnos con pláticas aleatorias entre él y su copiloto, dando frescura y
ligereza a la experiencia.
La campaña tiene una duración aceptable y después de
finalizarla, podremos seguir mejorando nuestros récords o desbloqueando
contenido al repetir pruebas ya hechas con anterioridad.
He de decir que no soy adepto a los modos online, así que no
puedo hablar mucho sobre este apartado. Sólo decir que conforme vayas
acumulando créditos, podrás desbloquear ciertas recompensas.
Driver: San Francisco representa lo mejor de esta franquicia
y da un ejemplo de cómo se debe hacer un juego de conducción con controles excelentes
y variedad de divertidas misiones.
Si te gustan los
juegos de conducción y te apetece una
buena experiencia arcade con historia entretenida y mucho contenido para
divertirte, esta entrega de las aventuras de John Tanner es una excelente opción.