Guerra de pintura

Pues en este lugar vaya que ha habido mucha acción. En todo caso nunca está alejado de las bellezas matutinas y vespertinas, mismas que he de reservar para otro post, en serio que tan frecuente es que habrían de no asistir, raro es. Y por lo que se es de los más popis del rumbo. Nunca falta el buen apreciar de los más alocados cuyo estrés escapa por esas bolitas infernales que duelen como chuletazo y se recuerdan como chupetones, pero no por el placer. Así hay desde grupos de amigos que asisten a echar el coto, padres con hijos, parejas e incluso uno que otro escuadrón de servicios de protección; será que éstos no se aburren de, incluso, "ocioear" con estas actividades prácticamente similares a sus chambas. Y en el puesto de tacos más militarizado de la zona está el distribuidor de luz escrita. Entre las que se encargan de poner order en las batallas, que son mayoría, hay un par de diosas cuya mirada me condena a no estar alerta y recibir un plasticoso regalo con pintura dentro. La que te da la bienvenida en primera instancia tiene una mirada de mención especial. Y del lado oscuro de la zona está el acaparador, sheriff del condado, aflijido por no ser más "tiendarrayero" que ciertos empleadores, y preocupado porque el chalán de turno no recoge la basura de los escenarios. Ante todo es un lugar interesante y que cuenta con equipo "paisajista" para la finalidad de guerra pues. Siempre me he preguntado cómo carajos llevaron el avión, el helicóptero, las tanquetas y todo lo demás. La llegada de dos que tres personas conocidas por algunas multitudes alborota de repente a la amable asistencia del lugar.

Puff, misterios de uno de los san juanes más fríos y verdosos del metropolitano pavimento.